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Conectar comunidades con espacios compartidos a través del arte

Históricamente, el término “arte comunitario” procede del inglés "community art" y surgió para describir una corriente de prácticas artísticas que aparecieron en los años 60, principalmente en Estados Unidos, Reino Unido y Australia. Buscaban atraer la atención sobre problemáticas sociales de comunidades o colectivos específicos a través de intervenciones en espacios públicos.


Este concepto ha ido evolucionando desde entonces y en la actualidad, el arte comunitario se asocia a un tipo de prácticas que tienen en común la búsqueda de una implicación con el contexto social, la persecución de un beneficio o mejora social, y sobre todo, que favorezcan la colaboración y la participación de las comunidades implicadas (Palacios, 2009).


En nuestra entrada anterior, señalamos que la participación de la comunidad en proyectos que afectan a su entorno posibilita procesos de construcción de ciudadanía y de desarrollo personal y social. Durante el proceso creativo se promueve un mejor conocimiento del barrio y de su historia. Así, se va construyendo un sentimiento de identidad comunitaria. El resultado será una mayor vinculación con el espacio intervenido, que adquiere un nuevo significado para la comunidad.

En un estudio realizado en 2017 sobre el arte urbano en el barrio del Oeste en Salamanca, los investigadores destacan “la capacidad que reconocen los habitantes del barrio para la creación de identidades compartidas y de pertenencia a un colectivo simbólicamente pautado por las obras y referentes artísticos ubicados en el entorno”. Así, vemos cómo el arte en espacios públicos pasa a formar parte de la identidad de la comunidad.


Imágen propia de Jump The Line

Además, los procesos creativos colaborativos generan una nueva percepción del arte, que deja de ser ajeno a la experiencia cotidiana. Tal y como apunta Bascones (2009) “el arte público que cuenta con la participación ciudadana y el contexto permite mejorar la integración, la comprensión y la apropiación del arte por parte de la

comunidad”.



En Jump The Line compartimos la idea de utilizar el arte colaborativo como herramienta para regenerar espacios públicos con los que la comunidad se sienta vinculada y que favorezcan la inclusión y el fortalecimiento del tejido social. En nuestra experiencia, hemos observado cómo la implicación de la comunidad en el proceso creativo promueve entre los participantes la creación o el fortalecimiento de las relaciones entre los vecinos que participan en el proceso, un mayor conocimiento del barrio y una vinculación especial con la cancha. Nuestro objetivo es que estos vínculos entre personas y espacios generados o potenciados por el arte y la colaboración, se mantengan en el tiempo a través del uso compartido de los mismos espacios.


Fuentes y más lecturas interesantes:

Palacios, A. (2009). El arte comunitario: origen y evolución de las prácticas artísticas colaborativas. Arteterapia. Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social, 4, 197-211.


Báscones, P. (2009). El arte público como agente de revitalización urbana mediante la participación ciudadana. En B. Fernández Quezada y J. P. Lorente Lorente (coord.), Arte en el espacio público: barrios artísticos y revitalización urbana (pp145-161). Prensas Universitarias de Zaragoza.


Parramon, R (2007). Arte, experiencias y territorios en proceso. Idensitat.


González, C., Gómez-Isla, J., del Río, V., & Santamaría, A. (2017). El papel del arte contemporáneo en la dinamización social del entorno urbano. Un estudio de caso: El barrio del Oeste en Salamanca. Arte, individuo y sociedad, 29(2), 299-315.


González, A. M. (2017). La mediación artística: Arte para la transformación social, la inclusión social y el trabajo comunitario. Ediciones Octaedro.

Del Río Almagro, A., & Collados Alcaide, A. (2013). Modos y grados de relación e implicación en las prácticas artísticas colaborativas. Creatividad y Sociedad.



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